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sábado, 15 de diciembre de 2012

La revolución de la energía de esquisto no se globaliza

Exportar la revolución de la energía de esquisto de Estados Unidos a otros países ha resultado ser mucho más difícil de lo que se preveía, y le da al país del norte una significativa ventaja competitiva.

El petróleo y el gas natural de esquisto rejuvenecieron la industria de hidrocarburos de EE.UU. y Canadá e impulsaron la economía al brindarle a las empresas y los consumidores combustible barato. Existen grandes depósitos de gas de esquisto fuera de EE.UU. y Canadá que las empresas y los gobiernos están deseosos de explotar. Pero las petroleras están encontrando obstáculos a medida que intentan replicar la experiencia estadounidense en otros continentes. El resultado es que otros países podrían tardar una década en alcanzar una producción importante de gas de esquisto.



Entre los motivos que explican la lentitud fuera de EE.UU. está el hecho de que los gobiernos son dueños de los derechos minerales, preocupaciones medioambientales y la falta de la infraestructura adecuada para perforar y transportar gas y crudo. Además, la geología en la mayoría de estos países es menos conocida que en EE.UU., donde la perforación se ha realizado desde hace más de un siglo.
En suma, EE.UU. y Canadá podrían seguir siendo durante un buen tiempo los principales países en aprovechar las ventajas económicas del desarrollo del esquisto.
En ambos países, la abundancia de gas natural y etano atraen a empresas petroquímicas y fabricantes de fertilizantes que instalan plantas, un cambio enorme después de años en que la producción se trasladó a otros países. En tanto, las economías de estados como Texas y Dakota del Norte, donde se ubican los depósitos de esquisto, están percibiendo los beneficios de la actividad de perforación.
Argentina nacionalizó hace unos meses los activos de la española Repsol que había descubierto un enorme depósito de esquisto que podría tener casi 1.000 millones de barriles de petróleo.
La nacionalización enfrió la inversión extranjera, que ya se había visto afectada por normas que dificultan la importación de tecnología necesaria así como la exportación de potenciales ganancias. La estadounidense Apache Corp., APA -0.49% que tiene los derechos para perforar 182.100 hectáreas de esquisto, calcula que costaría el doble perforar un pozo en Argentina que en EE.UU., y entre dos y cuatro veces más realizar el proceso de fracturación hidráulica para comenzar a producir.
Polonia fue considerada uno de los lugares más prometedores, pero los primero pozos produjeron menos gas del previsto. Igualmente, la cautela de la comunidad hacia la perforación y los cambios en las reglas de impuestos y regalías enfriaron el entusiasmo de la industria. Exxon Mobil Corp., XOM -0.56% uno de los primeros partidarios del esquisto de Polonia, decidió tirar la toalla luego de perforar durante apenas dos semanas, al decir que no encontró suficiente petróleo o gas para justificar nuevas actividades.
Se cree que China posee más petróleo y gas de esquisto que EE.UU. El problema es que la mayor parte está en zonas áridas o densamente pobladas.
Las petroleras temen que no puedan obtener el agua suficiente para fracturar la roca hidráulicamente, el proceso necesario para liberar hidrocarburos del esquisto. "Para crear un panel de perforación plano, casi siempre tenemos que eliminar parte de una colina y básicamente (sacar) el arrozal de alguien", explicó Simon Henry, director ejecutivo de Royal Dutch ShellRDSB.LN -0.11% PLC para la región de Asia Pacífico.
Otros países como Francia y Bulgaria fueron más allá y prohibieron la fracturación hidráulica por completo, debido a preocupaciones ecológicas, lo que detuvo en seco el desarrollo de la industria.
"Había una enorme exuberancia irracional respecto del desarrollo de esquisto global", señaló Joseph Stanislaw, asesor independiente de energía de la consultora Deloitte LLP. "Luego, la industria se enfrentó a la realidad. El esquisto global se concretará y cuando comience, adquirirá la misma fuerza que hemos visto en EE.UU. Pero el cronograma llevará más tiempo del previsto".
La revolución comenzó en los años 90 cuando el primer pozo de esquisto moderno fue perforado a unos kilómetros de Fort Worth, Texas.
La tecnología fue desarrollada por pequeñas empresas independientes que asumieron enormes riesgos financieros, ayudadas por los terratenientes que poseían los derechos minerales y estaban dispuestos a venderlos para recibir una parte de las ganancias. Wall Street financió con entusiasmo las iniciativas de exploración. La industria se benefició además de una extensa red de oleoductos y gasoductos y una amplia cantidad de plataformas de perforación.
Esta combinación no existe en otras partes del mundo. "Los derechos minerales, el ingreso al mercado de empresas pequeñas, la disponibilidad de datos geológicos, estos aspectos son parte de un modelo emprendedor que sólo se da en Estados Unidos", indicó Julio Friedmann, director jefe de tecnología del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, en California.
Un factor clave para el éxito de la energía de esquisto en EE.UU. es que una buena parte del gas del subsuelo está en manos privadas. Eso significa que los temores sobre los posibles daños ambientales provocados por la perforación son contrarrestados por los deseos de los terratenientes de obtener un beneficio económico. Es un sistema "maravillosamente elegante que asegura que todos los recursos naturales se desarrollen por completo", dijo Rex Tillerson, presidente ejecutivo de Exxon Mobil.
Fuera de EE.UU., en cambio, los derechos minerales pertenecen al Estado. 
Por RUSSELL GOLD en Austin, Texas y MARYNIA KRUK en Lobocino, Polonia
Publicado en The Wall Street Journal

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