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martes, 30 de abril de 2013

Fracking, ¿oportunidad de futuro o migajas de un modelo energético?


De un tiempo a esta parte vamos oyendo cada vez más la palabra ‘fracking’. Se utiliza para hablar de fractura hidráulica, una técnica para extraer hidrocarburos no convencionales del subsuelo que podría emplearse en territorios del norte de España susceptibles de albergar gas pizarra en sus entrañas. El fracking viene acompañado de una oposición frontal de colectivos de estas zonas que denuncian los riesgos ambientales, sociales y económicos que conlleva, aunque las empresas que aspiran a explotar los yacimientos niegan tales peligros y enumeran beneficios adicionales como la creación de empleo y la reducción del precio del gas. Pero si todavía no sabemos del todo qué hay en el subsuelo… ¿aceptamos el órdago del fracking?
“No es lo mismo Wyoming que La Rioja o Colorado que Cataluña. En Estados Unidos la población está muy dispersa y hay grandes áreas desérticas donde el impacto del fracking puede ser irrelevante”. FOTO: WCN 347 (Creative Commons)
En 2011, el Ministerio de Industria informó al ayuntamiento de Kuartango, Álava, sobre dos emplazamientos donde podría haber pozos de gas pizarra (también llamado gas no convencional o shale gas). En Kuartango, nos cuenta su teniente de alcalde, Edu Fernández de Pinedo, no habían oído hablar de fracking ni de fractura hidráulica y contestaron al ministerio que sus normas subsidiarias no permitían perforar el subsuelo. Cuenta Pinedo que no fue hasta enero de 2012 que la plataforma Fracking Ez Araba les explicó lo que era el fracking: perforar el subsuelo hasta una profundidad de incluso 3.000 metros e inyectar agua, arena y aditivos químicos para producir microfracturas en la roca de pizarra y conseguir así que las bolsas de gas salgan a la superficie. También les enumeraron los riesgos que esta actividad comportaría y que un portavoz de la plataforma, Mikel Otero, nos cuenta a continuación.
En primer lugar, la contaminación de acuíferos por la posible filtración de los componentes químicos que se usan en el pozo. Aseguran que se utilizan centenares de ellos y al mismo tiempo denuncian la opacidad de las empresas que no los hacen públicos. En segundo lugar, contribuye al calentamiento global porque aseguran que las fugas de gas natural que se producen durante la operación son veinte veces más potentes que el dióxido de carbono. Y en tercer lugar, el fracking supone la industrialización de un territorio eminentemente agrícola. Según el teniente alcalde, intentaron recabar información del otro punto de vista, pero ni el Ministerio de Industria ni la Sociedad de Hidrocarburos de Euskadi les explicaron nada. Por eso decidieron declararse “municipio libre de fracking”, el primero de Álava al que siguieron muchos otros diseminados por todo el Estado. Pero, para Kuartango, ¿cuál es el principal peligro que acarrearía esta técnica? “Hay una sensación de desconocimiento de lo que puede suponer, dicen que no hay problemas pero no lo garantizan al 100%. Nuestro municipio está encima del acuífero de Subijana que en épocas de sequía se ha tenido que usar para abastecer a la población de Álava. Si se produjera cualquier problema estaríamos arruinando esta reserva de agua dulce.”
Manifestación en Vitoria del 6 de octubre de 2012 contra el fracking. FOTO: Fracking no Kuartango
¿Quién está dispuesto a asumir el riesgo?
La plataforma Shale Gas España reúne algunas de las empresas que quieren investigar y explotar en España los posibles yacimientos de gas pizarra, un gas que se distingue del convencional por la forma en la que se extrae, no por los usos a los que se destina. El lobby se creó el año pasado para contrarrestar la mala prensa que estaba generando el fracking, así como las imágenes que llegaban de Estados Unidos, máximo exponente de esta técnica: una de ellas, la más impactante, es la de un granjero de Colorado acercando un mechero al agua del grifo y provocando que ésta se inflame, imagen del documental Gasland.
Pero los defensores de la técnica niegan tal contaminación. Para el portavoz de Shale Gas España, Rafael López, la oposición que hay al fracking es “más ideológica que científica” y desmonta lo que para él son “imprecisiones, cuando no ignorancia”: asegura que no se utilizan “centenares de compuestos químicos” sino que en cada sondeo se usan de 3 a 10 y la mayoría están en la cocina de casa (aunque también hay algún ácido, como el clorhídrico). Añade que estos aditivos no se utilizan para generar ninguna reacción sino para reducir la fricción o para que no se creen microorganismos que puedan corroer el sondeo. Entonces, ¿no hay peligro de contaminación? No. Pero… ¿pero? “Pues como en cualquier otra industria hay un riesgo. Hay que adaptar las normativas en lo referente al transporte, por ejemplo. Porque la sal, que no es contaminante, si se cae en grandes cantidades a un lago, puede dar problemas al ecosistema. Ese tipo de riesgos existen, en esa actividad y en cualquier otra. Yo siempre pongo el ejemplo, ¿es seguro viajar en avión? Por supuesto. ¿Hay riesgo? Sí. ¿Cómo se corrige esto? Supervisión, supervisión y buenas prácticas.”

La opinión del geólogo
Con estas dos posturas encontradas no conseguimos aclararnos, así que hablamos con el presidente del Colegio de Geólogos de Cataluña, Joan Escuer, quien de entrada ya nos advierte, “yo no sé quién tiene la razón”, pero nos expone la posición de los geólogos que él representa. Para él las imágenes de Colorado recogidas en el documental Gasland son un caso tan extremo que lo podríamos comparar, dice, “con un médico que te amputa la pierna buena en vez de la mala”. Y añade que, estadísticamente, la técnica del fracking puede ser muy conveniente. Ahora bien, los principales problemas para hacerla aquí son dos: el enorme gasto de agua que se necesita (Escuer asegura que el 1% del agua consumida en Estados Unidos se destina al fracking) y la ocupación de terreno. “No es lo mismo Wyoming que La Rioja o Colorado que Cataluña, allí la población está muy dispersa y hay grandes áreas desérticas o semidesérticas donde el impacto del fracking puede ser irrelevante. Tenemos que pensar que en el caso del gas convencional podemos tener un pozo a treinta kilómetros del siguiente, mientras que para explotar mediante el fracking necesitamos un pozo cada seis kilómetros cuadrados. Además, sus instalaciones ocupan más que las de uno convencional”.


Otro peligro que se le achaca al fracking es el de provocar terremotos. De hecho, en 2011 en Blackpool, Inglaterra, se produjeron dos episodios sísmicos en la misma área donde se estaban haciendo trabajos exploratorios mediante el fracking: uno en abril, de 2,3 en la escala Ritcher, y otro en junio del mismo año de una magnitud de 1,5. Entonces el gobierno británico puso una moratoria al uso de esta técnica, aunque ahora va a retomarla. Según Escuer, la fractura hidráulica sí puede provocar terremotos pero la sismicidad, añade, sería muy pequeña. El tema de si contamina o no, concluye, depende del cuidado que se tenga a la hora de aplicar esta técnica.

Cuestión de competencias
En España hay adjudicados más de 70 permisos para investigar si en un determinado territorio hay o no bolsas de hidrocarburos. En otros más de 40 casos el permiso está solicitado. Dos de ellos son los Enara 3 y Enara 7, que afectan a Kuartango. La situación, según su teniente de alcalde, es de tensa espera y asegura que cuando les soliciten el permiso ellos lo denegarán o al menos intentarán paralizarlo porque la competencia para atorgar el permiso de investigación corresponde a la Comunidad Autónoma. Y es que las competencias en España están divididas entre las comunidades y el gobierno central: el de investigación es autonómico siempre y cuando el territorio afecte a una sola comunidad, pero si se ven afectadas dos comunidades diferentes, decide el ministerio. En el caso de la explotación, al ser considerado bien estratégico, es competencia del gobierno central.
Desde Shale Gas destacan que el permiso para investigar no significa en ningún caso que luego se les otorgue el permiso para explotar ese yacimiento, lo que sí se les da es la “exclusividad” para explorar. Sin embargo, los detractores de la técnica también se oponen a la exploración del territorio porque aseguran que la técnica es la misma aunque a menor escala. ¿Lo es? No. Quien lo niega es Ángel Cámara, catedrático y decano del Colegio de Ingenieros de Minas del Centro de España, que hace unas semanas presentó el informe “Gas no convencional en España, una opción de futuro“. Cámara asegura que se utilizan técnicas de exploración como las que se emplean para el gas convencional (geología de superficie, sísmica de reflexión) aunque admite que “en un estado mucho más avanzado” sí se empieza a perforar.
Así las cosas, ahora está todo casi paralizado. Por un lado, las comunidades autónomas, más allá del partido que las gobierna, se van posicionando en contra del fracking (Cantabria ha aprobado una ley prohibiéndolo en su territorio, los parlamentos de Galicia, Asturias y Aragón también han pedido su prohibición)… e incluso allí donde el gobierno apuesta por esta técnica, como Cataluña, resulta que el ejecutivo autonómico ha negado recientemente tres permisos de exploración. Uno de ellos es el que afectaba a Riudaura, un municipio de la Garrotxa. Marc August Muntanya es uno de los portavoces de la plataforma ciudadana constituida en ese pueblo. Nos cuenta que se sienten aliviados por la decisión de la Generalitat y se muestran convencidos de que además de lo que argumenta el gobierno catalán (que la empresa no ha presentado el plan de trabajo) ha sido determinante la movilización social de rechazo al fracking.
¿Y en Madrid? Pues allí el ministro de Industria, José Manuel Soria, apuesta claramente por la extracción de gas no convencional en España. El pasado febrero el Congreso (con los votos de PP, CiU y UPyD) rechazó una propuesta de la Izquierda Plural para prohibir el fracking. Además, el PP ha presentado una propuesta para crear un impuesto sobre estos hidrocarburos, que pagarían las empresas a las Comunidades Autónomas o a los ayuntamientos a modo de compensación. Una propuesta avalada por el Consejo de Colegios de Ingenieros de Minas. Mientras tanto, las plataformas opositoras buscan enraizarse en el territorio afectado sin perder de vista lo que suceda en Madrid y, sobre todo, en Europa.

“Estados Unidos ha conseguido abaratar el precio del gas al consumidor final un 70%”.
FOTO: London Permaculture (Creative Commons)
Y la Comisión Europea… también está dividida
La Comisión Europea no tiene competencias en materia de generación de energía, explica el eurodiputado del grupo de Los Verdes Raül Romeva. Lo que sí hay, prosigue, son unas directivas muy estrictas de los impactos ambientales. Ahora mismo en el seno de la Comisión “hay un debate, por decirlo eufemísticamente, porque lo que hay es una guerra abierta”, entre la Comisión de Energía dirigida por Gunther Ottinger, a favor de impulsar el fracking en Europa, y la Comisión de Medio Ambiente capitaneada por Janez Potocnik, que opta por el principio de precaución porque considera que no hay suficientes garantías de que este tipo de técnicas no supongan un problema para el medio ambiente. En cuanto al Parlamento, éste votó el pasado mes de noviembre dos informes, uno en la línea de Ottinger y otro en la de Potocnik.
Para Romeva, contrario declarado al fracking, la cuestión de fondo, más allá de las consecuencias que pueda tener para un determinado territorio, es el modelo energético que tenemos. Y es que una de las cuestiones que se plantean en esta polémica de fracking sí, fracking no, es por qué no se apuesta por las renovables. Eso es lo que reclaman las plataformas opositoras, un cambio de modelo energético. Y no sólo ellos, incluso algunos de los partidarios de la explotación del gas no convencional, como Ángel Cámara, afirma que lo ideal son las renovables. Para Joan Escuer no se invierte en renovables o no se incentivan estas energías por la inercia de toda la sociedad y de los intereses creados alrededor de los hidrocarburos. Sostiene, además, que las renovables van ligadas al precio de los hidrocarburos y lamenta que hasta que no se agote el petróleo barato, aquel que cuesta poco dinero extraer, no se desarrollarán como se deberían otras energías renovables.

Yo solo sé que no sé nada (del subsuelo español)

Rafael López, de Shale Gas España, argumenta que Estados Unidos ha conseguido abaratar el precio del gas al consumidor final un 70%, además de aumentar su independencia energética del exterior y mejorar así la competitividad de sus empresas.
En España, los productores aseguran que en nuestro subsuelo hay gas para 70 años, mientras que los ingenieros de minas reducen la cifra a 39 años. “Y si usted me pregunta”, dice Ángel Cámara, “¿en vez de 39 podrían ser 27 años? Le tendría que contestar que sí porque lo que hacemos son estimaciones, extrapolaciones de lo que se conoce bien en otros países a nuestras cuencas sedimentarias”. Porque no se sabe con exactitud qué hay en el subsuelo español.
Para Raül Romeva, además del peligro de contaminación y la necesidad de impulsar las renovables, el tercer factor para oponerse a la fractura hidráulica es la balanza energética: “Para sacar X energía tienes que impulsar Y energía. Si resulta que X es menor que Y, entonces es ridículo”. La diferencia entre la energía que se invierte en obtener otra energía se llama EREI. Según el Catedrático de Física Antonio Ruiz de Elvira, mientras el petróleo tiene actualmente un EREI del 50 (con una ganancia del 500%) las cifras del fracking se moverían entre un EREI del 3 al 10. En este sentido, hay quien señala que esto del fracking no es más que otra burbuja especulativa.
El eurodiputado sospecha que estamos ante una operación especulativa en el sentido de que “las empresas se han vendido en el exterior y han subido sus acciones en el mercado financiero”. ¿Qué le hace pensar esto? “Pues el método que han seguido para hacer estas exploraciones (en el caso de Cataluña): el hecho de que no hayan contratado un moderador que es la persona que se encarga de preparar el territorio cuando se quiere hacer una acción de estas características. Hay toda una serie de indicadores que hacen pensar que la cosa no iba tan en serio como pretendían”. En esa línea, Joan Escuer, partidario de investigar qué hay en el subsuelo, afirma que “estamos vendiendo la piel del oso antes de cazarlo”. A pesar de ello, Cámara considera que dada la situación de dependencia energética de España “lo lógico sería por lo menos probar, porque puede ser una riqueza importante para el país”. Las plataformas opositoras y otras entidades, como las más de 80 que han formado recientemente la Plataforma por un nuevo modelo energético, consideran que lo que hay que hacer es cambiar de una vez por todas el modelo energético. Escuer está a favor del debate, pero reclama que se debata con información de calidad: “Que se hable está muy bien; que se haga demagogia, no”.


1 comentario:

  1. Si el ministro de Industria viera el documental "Gasland" cambiaría de opinión respecto al fracking y no perforarían. Me he quedado horrorizado viendo este impactante documental. 596 contaminantes identificados que inyectan en el subsuelo. Maldito mundo de corrupción y que ellos no sufrirán las terribles consecuencias en el futuro que nuestros hijos y nietos sí.

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