El señor del fracking

Te conozco, señor del fracking. Eres el que hace 150 años impulsó un desarrollo basado en las energías fósiles que dieron alas a la industrialización, carbón primero, petróleo después, que a su vez mercantilizaron el sistema socioeconómico y pudrieron el planeta.
Eres el que en aquellos años especuló con los recursos económicos mundiales a la vez que enfrentaba a países enteros. Eres el que reventó su cuenta bancaria mientras millones de personas vivían en abismos infrahumanos. Eres el que vendió el gas natural como la panacea de muchos males y se colocó una venda en los ojos cuando países exportadores y países por los que transcurrían los circuitos gasistas se enfrascaban en conflictos que aún hoy siguen sin resolverse. Eres el que subyugó los satélites soviéticos a merced de la madre Rusia, el que derramó sangre en Oriente Próximo, el que pecó de codicia bajo estandartes de falso progreso occidental. Buscaste más de donde exprimir y mientras defendías la energía nuclear negabas el drama humano de Chernobil. Eres el que vino a contar el cuento de unas renovables que en España nunca equilibraron la balanza de producción energética. El que llenaste Los Puertos de Morella con amasijos de hierro cuya producción energética acaba desperdiciándose porque el sistema no la absorbe. Ahora solo nos queda pagar caro el resultado de todo esto. Un déficit de tarifa motivado por un erróneo impulso de las energías limpias que se gestó en despachos de cuatro iluminados sin perspectivas de futuro. Eres el que nos llenó la cabeza con pájaros y burbujas. El que animaba a invertir en ladrillo, el que volatilizó los márgenes de beneficio al calor del boom de las puntocom. El que basó el crecimiento económico en activos financieros intangibles ligados a falsas promesas de riqueza. Nos has hablado de tantos remedios a nuestros males que ya ni siquiera sabemos cuál es realmente la dolencia estructural del sistema. Y no nos queda otra que entonar el mea culpa por las veces que te creímos y por las veces que, sin creerte, no hicimos lo suficiente por pararte los pies. Nos sitúas ante la enésima burbuja. La que, señor del fracking, lleva tu nombre. Aprovechas la mala situación económica para que creamos que taladrando el Maestrazgo vas a cubrir el territorio de oro y caviar. Como si no hubiera otra cosa en la vida aparte de llenarse los bolsillos. Algo diferente a pensar en cómo extirpar más recursos a la Madre Naturaleza para que puedas vestir siempre de domingo. Hay algo más importante que tanta ambición desbocada. Es la voluntad de un territorio que defiende la única riqueza que importa: la que surge de un pacto entre iguales y vincula a personas y recursos naturales. Al Maestrazgo ya le sangran los ojos al ver los molinos de metal de la zona de Morella. No cabe torturarlo con pozos para extraer gas que dentro de unos años quedarán abandonados. Porque cuando hayas succionado el preciado subsuelo de Mirambel, La Cuba, Tronchón, La Iglesuela, Cantavieja y Fortanete te marcharás sin mirar atrás para pensar una nueva estupidez con la que engendrar más monstruos industriales. Porque para cuando te des cuenta de lo que has arruinado, tus billetes no podrán devolverte la higiene moral que perdiste hace siglo y medio. El Maestrazgo no te quiere, señor del fracking. Escúchalo por primera vez en tu vida.

 

L'Atzucac / Emma Zafón