La industria espera un «boom» energético con la nueva técnica de extraer gas, que los ecologistas rechazan por «contaminante»
Plataforma de perforación para obtener gas natural mediante «fracking» como las que se quiere instalar en España
Un hombre desgarbado y bigotudo abre un desvencijado grifo sobre el que un cartel advierte: «No beber esta agua». Le acerca un mechero y, como si de un truco de magia se tratara, surge una espectacular llamarada que está a punto de abrasarle el mostacho. Esta efectista imagen, filmada en Colorado (EE.UU.), es parte del documental «Gasland» (Tierra de gas), premiado en el Festival de Sundance, que desató en 2010 la señal de alarma mundial sobre la extración de shale gas o gas pizarra mediante la técnica del fracking.
A pesar de la controversia que genera, Estados Unidos hace tiempo que se ha lanzado al empleo de este procedimiento para la explotación de un recurso energético con el que espera afianzar su liderazgo en el mundo.
También en España se han despertado expectativas de poder hallar y extraer mediante el fracking importantes yacimientos de gas pizarra,
escondidos en la roca a gran profundidad, que podrían resolver parte de
los problemas de dependencia energética que arrastra nuestro país.
Pero, junto con esta fiebre del gas, también la polémica ha llegado a
España.
El fracking o fracturación hidráulica consiste en la inyección de agua a alta presión en rocas situadas a más de 3.000 metros de profundidad que provoca en ellas pequeñas fracturas y libera el gas que permanece allí encerrado desde tiempo inmemorial.
La industria tiene indicios de la existencia de yacimientos
de gas pizarra en España, sobre todo en la cuenca vasco-cantábrica,
aunque también en otras zonas como la cuenca del Guadalquivir, la Cordillera Subbética y zonas de Cataluña
en las comarcas de Osona y la Segrarra. Desde hace un par de años,
comenzaron a solicitarse permisos para explorar esas áreas en busca del
nuevo maná energético. En la actualidad, ya hay decenas de permisos
concedidos y otras tantas solicitudes, pero de momento no se ha llegado a
perforar el suelo para realizar las catas, ya que cada una debe contar
antes con su correspondiente declaración de impacto ambiental positiva.
El gas pizarra se presenta como «una oportunidad histórica para España» que puede suponer «una transformación energética radical,
que reduciría la dependencia y sería complementaria con el desarrollo
de las renovables», a juicio de Juan Carlos Muñoz, vicepresidente de la ACIEP,
la asociación que agrupa a las empresas de producción de hidrocarburos y
almacenamiento subterráneo en España, así como director corporativo de
BNK España y representante de la recién creada plataforma para la
exploración y desarrollo del gas pizarra, Shale Gas España. Muñoz
reconoce que al fracking y al gas pizarra les precede su «mala fama» y
que «ahora cuesta mucho esfuerzo desmontar los falsos mitos» en torno a
ellos, pero asegura que en la actualidad cuentan con todas las garantías
ambientales y de seguridad. Y subraya «el caso de éxito absoluto de
EE.UU., con medio millón de pozos en explotación».
En todo caso, este representante de la industria energética
asegura que desde que se pide el permiso para explorar hasta que se
llega a explotar el yacimiento es un «proceso largo» puede en torno a
cinco años.
Greenpeace: «Un despropósito»
Las organizaciones ecologistas están en radical desacuerdo. La organización Greenpeace, que viene siguiendo desde hace años el desarrollo del «shale gas», se está posicionando ya contra la explotación de este recurso del subsuelo. El responsable de la campaña de energía, Julio Barea, asegura que se trata de «un despropósito», por los efectos contaminantes que atribuye al fracking, sobre todo en los acuíferos; por la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, y por la necesidad de «millones y millones de litros de agua», entre otros motivos.
Por el momento, el Gobierno defiende la exploración de los posibles yacimientos de gas pizarra. Según el ministro de Industria, José Manuel Soria,
el Ejecutivo es partidario de la extracción a través de fractura
hidráulica siempre que se cumplan las cautelas medioambientales y la
normativa europea. Soria, en respuesta a una interpelación de Izquierda
Plural en el Congreso, indicó que existen una serie de «riesgos
específicos» que deben ser gestionados adecuadamente y minimizados con
la última tecnología en la materia.
El diputado de Chunta Aragonesista Chesús Yuste replicó que se trata de una técnica que requiere un «elevado consumo» de agua y causa «importantes daños» para la salud y el medio ambiente,
al tiempo que denunció el «oscurantismo» en la concesión de permisos,
algo que negó Soria, para quien el Ministerio está actuando con
«transparencia infinita». Tras la interpelación, Izquierda Plural ha
pedido la paralización de las autorizaciones.
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