DIVERSOS ESTUDIOS REVELAN LOS IMPACTOS DE LA FRACTURA HIDRÁULICA
El peligro de polución en el agua y el aire es un hecho. En algunas poblaciones
de EE UU, la contaminación del agua doméstica les obliga a adquirirla fuera.
La única experiencia que se
tiene con la fractura hidráulica o fracking hasta el
momento es la de EE UU.
Los casos de contaminación de acuíferos, vertidos, accidentes, etc. se
cuentan por miles en los diez años
que lleva la fiebre por la extracción
del gas no convencional en ese país.
Un informe del Parlamento Europeo
cuestiona si la inyección subterránea
de productos químicos tóxicos debería ser prohibida, ya que “tal práctica
podría restringir o excluir cualquier
uso posterior de la capa contaminada, pues los efectos a largo plazo no
han sido investigados”.
Quizá la más llamativa sea la contaminación de aguas subterráneas
por metano. Impresiona ver en el documental Gasland cómo el agua del
grifo de casas cercanas a explotaciones sale burbujeante y turbia y, cuando se acerca un mechero, arde. La
industria se empeña en decir que el
origen de este gas es natural. Pero
un estudio de 2011 de la Duke
University de Durham (Carolina del
Norte) ha demostrado que las contaminaciones de metano en viviendas cercanas a pozos de los estados
de Nueva York y Pensilvania tienen
su origen en las explotaciones de
gas de pizarra. El caso más grave
conocido fue el de la explosión de
una casa por contaminación de metano de las cañerías y el sótano en el
estado de Ohio, recogido en el Informe del Parlamento Europeo.
Pero los problemas no acaban
ahí. Los productos químicos que lleva el líquido de fractura han generado múltiples contaminaciones de las
aguas potables en numerosos estados norteamericanos. Además, una
vez inyectado el fluido, una gran
parte de éste retorna a la superficie
recogiendo gran cantidad de metales pesados y partículas radiactivas
que antes se encontraban en el subsuelo. En 2009, la Agencia de
Protección Ambiental de Wyoming
realizó un estudio del agua potable
a petición de los habitantes en el
pueblo de Pavillon, encontrando
químicos (bencenos, formaldehídos
y otros) en 11 de los 39 pozos analizados. El fluido de retorno se almacena en grandes balsas, que más de
una vez se han desbordado debido
a lluvias copiosas, provocando graves contaminaciones en las tierras
adyacentes y en aguas superficiales,
ríos y estanques.
Además el consumo de agua es
tremendo: por cada plataforma se
utilizan miles de toneladas, cantidades que compiten con las necesidades locales de agua potable, ya que
el agua se suele extraer de los acuíferos cerca de explotaciones.
La contaminación del aire es otro
de los grandes problemas. Durante
el proceso se producen inevitablemente fugas de gas natural, que es
20 veces más potente que el dióxido
de carbono como gas de efecto invernadero. La industria gasística habla
del gas de pizarra como un combustible limpio, pero un informe de
la universidad de Cornell adjudica
al gas natural un impacto superior
al del petróleo o el carbón en términos de gases de efecto invernadero. El caso mejor estudiado sobre el impacto en la calidad del aire es el de Fort Worth (Dallas), una
ciudad de 750.000 habitantes.
Según un estudio de la Southern
Methodist University de 2008, la
extracción de gas de pizarra generaba más smog [niebla tóxica] que
todos los coches, camiones y aviones de la región de Dallas-Fort
Worth, una conurbación de más
de seis millones de habitantes. Un
detalle que o desconocía u omitió
Patxi López.
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